Comprender la naturaleza del lugar en el cual una ciudad se extiende, debe ser una prioridad que implica el uso sensible de las particularidades locales construyendo acorde con las características particulares de su topografía –un imperativo sobresaliente en los Andes colombianos- y una integración apropiada con su hidrografía y sistema hídrico, su biodiversidad y otras características del ecosistema.
Medellín es la segunda ciudad de Colombia, localizada en el centro del valle de Aburrá. Es también el principal municipio de los diez que conforman la denominada Área Metropolitana del mismo valle. Medellín no ha sido la excepción a la modalidad de ocupación urbana forzada, rígida e incontrolada sobre el arrugado relieve de las áreas silvestres y rurales en Colombia. La introducción colonial del patrón de damero sobre territorios de condiciones naturales que sugieren y en ocasiones demandan otras respuestas, se ha repetido a través de todos los asentamientos urbanos en la nación. Muchos de los desastres naturales ocurridos tales como deslizamientos de tierra y las inundaciones que se repiten año a año han demostrado la necesidad de un diálogo armonioso del diseño, con la naturaleza.
No obstante el éxito de Medellín (por ejemplo en transporte o urbanismo social), tenemos la sombra del hecho de no haber desarrollado una buena relación con la naturaleza. Las autoridades públicas y la gente en general sienten que los deber hacia la naturaleza queda satisfecho proyectando árboles a ser plantados donde buenamente se pueda.
Menos notable que la vegetación en áreas densamente urbanizadas, pero igualmente vital es el agua, el recurso de toda vida. Discreta la mayor parte del tiempo pero fuerte cuando se presenta en gran magnitud o cuando aparece en torrentes repentinos (respondiendo a las variaciones climáticas últimamente impredecibles), el agua reacciona aplicando las claras leyes hidrológicas sobre la manera como la urbanización, desatenta a sus efectos, ha modificado el relieve, los cauces, y las superficies por donde debía transcurrir el flujo natural.
Foto 1: San PetersburgoFoto 2: ZurichFoto 3: Delft
Casos claramente ilustrativos de asertivo diálogo con los cuerpos de agua son, entre otros, los de Stutgart, Boston, San Petersburgo Foto 1, Zurich Foto 2, Delft Foto 3, y Woodland, Texas. Estas ciudades han llegado a tener amplio reconocimiento, entre otras razones, por su entendimiento y buena coordinación con las realidades acuáticas de sus correspondientes localizaciones. En los procesos urbanos colombianos, la preocupación tiende a ser encontrar el camino más rápido para deshacerse del agua tan pronto como llega a suelo urbano. La convicción de que tenemos agua en abundancia es contraproducente y reduce la conciencia de que debemos cuidarla y mantener interacciones sensibles y responsables hacia el ciclo hidrológico.
El maltrato a los cursos de agua ha ido en crecimiento desde la primera mitad del siglo XX cuando los planificadores urbanos con propósitos estrechos puramente utilitarios dieron prelación al saneamiento, urbanización, industrialización y transporte. En esa época las autoridades administrativas decidieron rectificar y canalizar el río Aburrá, eje del valle y recurso de vida en muchos sentidos.
Aguas arriba, esta rectificación, canalización y crecimiento urbano continuo trepando por las laderas del valle, a lo largo de todas y cada una de las quebradas afluentes del río; al punto de que hoy no hay una sola quebrada que, a través del área urbana, llegue al río de forma natural. Foto 4. La mayoría de las quebradas a su paso por suelo urbano tienen por lo menos parte de su curso canalizado en concreto, cuando no totalmente entubadas y enterradas. La imagen de canales, muros, tubos y cauces en concreto son tan familiares para la gente que no recuerdan los nombres originales de esos cursos de agua y se refieren a todos ellos indistintamente como la canalización. Esto es como llamar a una persona por su discapacidad que por su verdadero nombre.
Foto 4: Cursos de agua de Medellín canalizados
El avance rápido y poco controlado de la urbanización hacia la cima de las montañas, condujeron a las autoridades a una idea: trazar una línea gruesa para detener esa tendencia de crecimiento urbano. Este es el origen del denominado Cinturón Verde Metropolitano (desde la administración metropolitana) Y Jardín Circunvalar de Medellín (desde la administración municipal). Aunque el propósito –un tanto optimista- de dicha línea es detener la urbanización, los nombres sugieren un compromiso con la naturaleza, que realmente no se ha materializado. No obstante que los trabajos ya ejecutados, incluyen un cierto volumen de vegetación, los resultados muestran dominio de materiales duros y cemento en los lechos de las escorrentías lo cual no corresponde con el espíritu inicial: un cinturón verde.
Foto 5: Proyectos locales de mejoramiento de la gestión del agua
Ciertamente notable esfuerzo se ha invertido en buena calidad de las obras las cuales han sido bien recibidas por la comunidad. Las directrices de estos proyectos han involucrado a las comunidades de los suburbios y los resultados en general han estimulado el reconocimiento de lugares anteriormente inaccesibles y la necesidad de trabajar en el enriquecimiento de la biomasa. Pero el agua, ha sido definitivamente el actor principal olvidado en esta historia. Foto 5.
Situación similar ocurre a mitad de camino entre los nacimientos y desembocadura de las quebradas, a lo largo de los escasos espacios verdes en área urbanizada. Este es el caso del Parque Canal García Márquez donde recientemente se perdió una buena oportunidad para interactuar con el agua corriente, de manera respetuosa o más aún tomarla como parte del trabajo paisajístico del parque. Foto 6. Sobre un predio que había sido el Vivero Municipal, se construyeron las oficinas de un canal de televisión, acompañadas de un parque. Aunque algunas intervenciones respetan el espíritu del lugar, Foto 7, La vegetación y agua presentes en los lugares de afluencia del público fueron desplazadas, por plantas y canales rígidamente dispuestos.
Fotos 6 y 7: Canal del Parque Nacional Gabriel García Márquez
Urgentemente necesitamos atender el agua en todas sus manifestaciones; todos los niveles de la sociedad tienen responsabilidad en esta tarea, la cual debe ser afrontada juntando las voluntades de los diversos grupos sociales: autoridades, administración, academia, comunidades, promotores inmobiliarios, escuelas, etc.
Foto 8: El agua y la vegetación existente desplazados por los canales y las plantas de agua dispuestas rígidamente
Simultáneamente con el desarrollo urbano, se han adelantado y publicado estudios y guías que apuntan a mejorar la calidad de tal actividad. El más reciente es la Política pública de Construcción Sostenible, para el Área Metropolitana del valle de Aburrá -AMVA-. Esta política, dirigida a constructores y promotores inmobiliarios, presenta una importante integración de los espacios naturales con las edificaciones articulando los fundamentales principios de biodiversidad y ambiente con la infraestructura gris y soluciones ingenieriles. El trabajo consta de ocho libros y no obstante que por su título puede ser Interpretado exclusivamente dirigido a edificios, la realidad es que incluye elementos de escalas y conceptos más amplios. Si aceptamos, tal como se afirma en la política mencionada, que una colección de edificios sostenibles, no produce una ciudad sostenible, el significado tradicional de construcción sostenible debe ampliarse e incorporar el espacio abierto entre edificios.
El primer libro de la Política, se denomina Línea Base y orienta al usuario a un detallado análisis del lugar antes de intervenirlo. El libro cubre aspectos tales como ecosistemas, biodiversidad, paisajes naturales, agua y espacios verdes. En este sentido, el documento sugiere que el reconocimiento de cualquier quebrada o escorrentía es importante para una mejor comprensión y uso responsable en relación con las construcciones. También llama la atención sobre los riesgos de inundación y corrientes torrenciales derivadas de manejos equivocados.
El propósito de este texto es estimular una actitud responsable hacia el funcionamiento natural del agua, evitando las interferencias causadas por trabajos en espacio abierto que la desatienden. Aunque existen ejemplos y referencias en muchos países, esta es la primera vez que estos principios están claramente explícitos y “traducidos” a nuestro propio ambiente local, para ser adoptados por norma, para un hábitat mucho más estimulante.
El primer paso será difundir la existencia de esta herramienta, seguido de su estudio y apropiación para aplicación en cada nueva intervención urbana, exigiendo a los agentes responsables su completa implementación.
Como Gary Grant dice en su reciente artículo: Hacia la ciudad sensible al agua (TNOC Junio de 2016), Cuando las autoridades de la ciudad comienzan a considerar la producción de la ciudad misma como un recolector del agua lluvia, cambiar la manera como la gente diseña y opera el paisaje urbano.
No tendremos derecho a quejarnos después de desastres por inundación que ocurran en las partes bajas de nuestras ciudades, si, todos juntos, no dirigimos nuestros esfuerzos a entender los flujos naturales, o articular las intervenciones de desarrollo, con estrategias de adaptación, para prevenirlas.
Sin embargo, Medellín ha recibido reconocimiento internacional por su esforzado y continuo trabajo para reemerger del declive social en el que estuvo sometida a finales del siglo pasado. Debido a sus persistentes esfuerzos en términos de coexistencia, cultura cívica, equidad en servicios públicos y sistemas de transporte, Medellín ha obtenido importantes logros. El trabajo inquebrantable de varias entidades y administraciones sucesivas le ha merecido a Medellín los siguientes premios:
– El título de la ciudad más innovadora en 2013, compitiendo con las ciudades de Nueva York y Tel Aviv por el título de Ciudad del Año organizado por el Wall Street Journal y el Urban Land Institute.
– Medellín ganó The MobiPrice 2015 por el modelo de su sistema Metro y el programa En Cicla, cada uno de los cuales es único en Colombia.
– Medellín ganó The Lee Kuan Yew World City Prize en marzo de 2016 por su enfoque urbano sostenible e innovador.
Así la ciudad se ha convertido en ejemplo nacional e internacional de inclusión social y organización de las operaciones urbanas. No obstante esto no significa que la ciudad ha resuelto todos sus problemas relacionados con la vida cotidiana. Una gran deuda está todavía latente en cuanto a la atención de la ciudad a sus relaciones con su sistema natural y el equilibrio entre la actividad urbana y la capacidad metabólica de la ciudad. Las metas actuales de sostenibilidad deben trascender la semántica.
Esa deuda, principalmente hacia la abundante agua que aún fluye hacia el eje del valle y que los trabajos de desarrollo urbano se empeñan en esconder. Todos debemos recordar que el agua también es naturaleza!